domingo, 20 de junio de 2010

MARCO ALBERTO


Por Ceferino Pardo

Para hacer esta entrevista me encontré 3 veces con Marco Alberto. En el primer encuentro charlamos más de 2 horas sin grabar un solo minuto de nuestra conversación. Fue un primer contacto de conocimiento mutuo, que me sirvió para adentrarme un poco en el mundo de este músico tresarroyense que navega en su idílico y complejo Mar de Dirac, banda-proyecto que le saca el sueño.
Marco Alberto es como un laberinto borgeano; claramente oscuro, atrapante, abrumador. Un obsesivo que canaliza su obsesión en la música, su arte. Un creativo que queda, muchas veces, atrapado en sus propias redes de la perfección. Como una araña de muchas patas, su mente trabaja paralelamente en varias ideas a la vez mientras charla.
Marco, más allá de ser el fundador/líder de Mar de Dirac, es también el cantante invitado en vivo de Arkham7, banda de rock de Claromecó. Además da clases particulares de música y en colegios, y sigue estudiando en el conservatorio. Es padre, marido y amigo de sus amigos, y cuando se pone a hacer algo lo hace bien, no tiene medias tintas.
La segunda vez que me encontré con él, ya prendí el grabador. Diego Buzzi estaba de testigo (bajista de Malas Capas y de Mar de Dirac). Después tuve otra charla más, una tercera que pensé que sería la última. Pero no, con Marco Alberto nunca es suficiente. Hoy estoy terminando de transcribir esta entrevista y ya tengo ganas de llamarlo para reunirme nuevamente a charlar con él.


¿Quién es Marco Alberto?
 
Si lo supiera no estaría yendo a psicóloga (risas). Es difícil. No se quién es Marco Alberto. La verdad no lo se. Estoy en la búsqueda. Mar de Dirac es la búsqueda de Marco Alberto.
 
¿Y qué es Mar de Dirac?
 
Para mí, mi vida. Segundo un proyecto musical, que fue mutando. Ahora es Mar de Dirac, pero antes fue otras cosas. Es una búsqueda, una búsqueda larguísima de pasar del rock a otro lado, de conocer nuevas cosas, de estudiar, y de tener la idea en la cabeza y lograr hacerla música. Y recién ahora estoy logrando acercarme a la búsqueda final.
 
Mar de Dirac es una banda “mutante” fundamentada en la existencia de Marco Alberto. No hay Mar de Dirac sin Marco. El estilo musical de la banda es complejo: una mezcla de Frank Zappa con Mars Volta y pinceladas de Pink Floyd y Radiohead -¿será mucho?-. Hoy, o ayer (bien no sé ya que muta constantemente) está formada por Marco Alberto en guitarra y voz, Simón de la Pena en guitarra, Sebastián “Morgan” Morán en teclados/sintetizadores/ruidos extraños, Diego Buzzi en bajo y Diego González en batería. Con esta formación aún no se presentaron en vivo.


 
¿Cuál es tu búsqueda en Mar de Dirac?
 
Primero expresión, catarsis. Después lograr el concepto. Últimamente estoy obsesionado con eso, con los conceptos. Lograr todo un concepto que abarque la música, las letras, la iluminación, la ambientación, que sea todo un concepto en sí. Y que la gente viaje con ese concepto y que eso acompañe a modificar sensaciones en tu cuerpo. Una droga de sonido, básicamente eso.
 
¿Y de qué color es Mar de Dirac?
 
Negro. Mar de Dirac es oscuro. Lo negro es vacío, vacío es muerte y Mar de Dirac tiene mucho de la muerte.
 
El negro es triste…
 
Bueno, eso es una discusión que tengo desde hace mucho tiempo. Con Ludmila -su mujer- inclusive, porque para mí lo que todo el mundo... Se le cruza un pensamiento más poderoso que el que venía hilando. Me han dicho por ahí que Mar de Dirac es oscuro, por más que estemos tocando algo rápido, que sigue siendo oscuro. Al principio yo no lo veía así, por ahí ahora no se si es que me di cuenta o es que me cansé de renegar con eso y digo listo, es oscuro (risas), pero creo que la oscuridad te permite la luz, no se si por ahí con esto me logro explicar. Sí, se entiende. Marco Alberto es complejamente simple.
La acepción de oscuridad que tengo para Mar de Dirac es la oscuridad del ser. Indago en eso. Yo no voy a escribir nunca un tema sobre “qué linda mañana” o “qué linda chica pasó por acá”. ¡Olvidate, no pasa por ahí! Estoy muy marcado por las obsesiones, la muerte, los vicios, los dolores. Eso es lo que me genera el arte, por eso necesito al arte. Aldous Huxley tiene un libro, La Isla, que me flasheó la cabeza. En La Isla se logra el lugar de la sociedad idílica en la cual todo es perfecto, no hay artistas. Porque si no hay dolor no hay arte.
 
Esperá un segundo. ¿Para vos no existe el arte desde la alegría?
 
No.
 
Bueno, pero por ejemplo Fito Paez cuando sacó “El Amor Después del amor” dijo que era el primer disco que componía desde la alegría, desde el amor.
 
Porque uno no compone cuando está triste, digamos. “Adiós Nonino” no lo compuso Piazzolla cuando se enteró de la muerte de su padre. Primero tuvo un período de sufrimiento, y cuando se recuperó la compuso, con ese sufrimiento. Cuando Fito escribe “El Amor Después del Amor” antes había sufrido mucho de amor y sabe que puede seguir con otra cosa, pero necesita de ese sufrimiento.
Si vos estás extasiado, imaginate una situación en la que vos estés extasiado, feliz, que no tengas recuerdo de sufrimiento alguno en tu vida, bueno ahí es donde yo digo que no va a haber arte. En ese sentido. A veces me pasa de escribir cuando estoy mal, pero generalmente no es así. Al último tema que estamos viendo con la banda ya le arranqué la letra, y yo ahora estoy bien, pero vengo de estar mal. Todo eso pasó por mi cuerpo y ahora está acá (se señala la cabeza). El primer verso que escribí, y ayer lo hablaba con mi mujer y le dije: no sé qué escribí. “Al ocaso vestigios de un rumor alimentan un débil fulgor”. Me pongo a analizarlo después. “Al ocaso” se refiere al personaje, significa no al ocaso exterior sino al interior. “El vestigio de un rumor” significa que está recordando un recuerdo. Porque rumor ya no es la palabra, es lo que quedó de la palabra, y no está recordando algo que dijiste sino algo que te parece que dijiste. Y estoy recordando que me parece que antes recordaba, digamos, esa pérdida. Y vengo recordando mucho con la muerte de mi vieja que influyó mucho en eso. Recordando que estaba peleado, ¿realmente estaba peleado? ¿En realidad no me hablé durante los días antes a que muera o estaba peleado pero me hablé antes de que muera? Porque ya no sabés cómo fueron las cosas, ya pasaron 2 años, y empezás como a flashear mucho con eso. Y “alimenta” es lo que te mantiene con vida, “ese fulgor” ese resplandor interno, que seguís vivo a pesar de eso. Entonces, algo que para mí no tenía sentido cuando lo escribí, lo empecé a analizar, a ver mi vida, estos últimos tiempos y dije: Epa, todo esto está atrás de eso. Hoy no estoy en el sufrimiento, pero lo pasé. Eso en un momento empieza a florecer en sueños, en palabras, en un montón de cuestiones y esa es la cuestión del lado. Eso es de lo que venía de decir. Lo demás me parece diversión, que no digo que esté mal, para nada. Es parte de nuestra vida. Digamos hacer un tema y decir: “esta noche tengo una fiesta y vamos a bailar”, lo que fuera…
 
Anoche hubo fiesta en el club del blues local…
 
Claro, Pappo. Me encanta Pappo. En serio, me encanta Pappo, pero ese es un tema, para mí, comercial. “Desconfío de la Vida” es un tema artístico. Pero “Blues Local” es un tema comercial, está bien hecho, copado, y comercial no en el sentido denigrante de la palabra sino en el sentido que está hecho para divertirse, nada más. Pappo y sus letras comerciales y no, lo llevan a su propio mundo letrístico nuevamente. El tema de las letras igual a veces es muy complejo. Porque por ahí una letra que para mí significa mucho, la lee otro y no le dice nada, ¿entendés?


¿Te importa que tus letras se entiendan?

Honestamente, no. Nunca me importó. En una charla que tuvimos con Sebastián Carrera, de La Mantis, hablamos sobre esto. Y él me decía que componía pensando en lo que le gustaba a la gente. Yo le decía que me encantaría poder hacerlo, porque es algo que me gustaría como compositor que venga un flaco y me diga “me gustaría una cumbia que hable de esto” y yo sentarme y componer una buena cumbia que hable de eso. Me encantaría, pero no, no puedo. Cuando uno compone desde otro lado, desde una necesidad propia, desde una búsqueda, es distinto. Lo que sí necesito es la identificación de algunos con mis letras, no de todos.

Pero entonces te interesa que entiendan tus letras, que las interpreten...
 
No, ahí esta la diferencia que yo marco: identificación, no interpretación. Yo puedo estar hablando de la muerte de mi vieja y vos podes estar interpretando lo que sea, no me importa. A mí eso me transporta a un lugar de dolor y es una forma de salir de ese lugar de dolor. Una forma de poder decirle a mi vieja lo que no le pude decir. ¿A vos te transportó a un lugar, te llevó a un recuerdo tuyo, te movió? Listo, ya está. No me interesa que vengan a analizar la letra y me digan: “vos acá quisiste decir…” No, no me interesa que entiendan mi intención.
 
Vos en Mar de Dirac, con todos tus conocimientos musicales académicos, a la hora de componer ¿le prestas más atención a la parte teórica o te dejás llevar por los sentimientos?
 
Sentimientos. Mar de Dirac funciona así. El disparador es sentimiento puro, y últimamente estoy tratando de ir hacia un poco lo subconsciente con lo difícil que es eso. Sale el verso, llego hasta ahí. Cuando estoy tratando de racionalizarlo paro. Ese momento es sentimiento puro, es inspiración y no te dura un tema de 20 minutos, te dura la idea. Y esta es una postura artística. El arte para mí se refiere a eso. La inspiración dura 30 segundos, ¿un minuto? Sos un privilegiado. Inspiración pura, real, cuando brotan de vos, sin aparente racionalización, cosas increíbles. Después todo eso tenés que laburarlo. Y ahí es donde empiezan a jugar los conocimientos. Lo que te permite con una idea de 4 versos hacer una canción. Ahí es donde a mí me ayuda el conocimiento que tengo: bueno hasta acá puedo llegar con cierta inspiración, ahora a laburar. Los conocimientos teóricos son una herramienta para que el material no te domine a vos, nada más. Sino estás preso, siempre vas a caer en los mismos acordes que escuchaste durante toda tu vida y obviamente no podés romperlo a eso, sos preso del material. La teoría te sirve para que cuando viene la inspiración después puedas vos dominar ese material y no el material a vos, nada más. No es que te vas a ser mejor artista ni nada. Es eso.

Tu personalidad obsesiva ¿te afecta de forma negativa o positiva con el proyecto Mar de Dirac?
 
Ojalá llegue a ser positiva. Lo que pasa es que las obsesiones mías durante mucho tiempo me han jugado en contra, y es algo que tengo que revertir. Personalmente mis obsesiones no son solamente con esto, sino que soy obsesivo con todo, y eso se traslada a la banda. El problema es que durante mucho tiempo, y ahora recién con ellos (la doble D – Diego Buzzi y Diego González) logré romper un poco con eso, me fui obsesionando con otras cosas y mi deseo era obsesionarme, con ese grado de obsesión que tuve antes, con este proyecto. De estar todo el día pensando en esto, de estar laburando y anotar al costado de la hoja una idea, ese grado de obsesión me encanta porque para mí es productivo aunque por ahí es un poco insano, según los psicólogos (risas), pero es productivo. El problema es que hubo un momento en el que fui perdiendo músicos y tuve desilusiones grandes en cuanto a gente que estaba acompañándome, y lograron que yo empiece a derivar esas obsesiones que tenía por la banda a obsesiones por el laburo, por esto, por lo otro. Y ahora recién está volviendo un poco esa obsesión por el proyecto.

Diego Buzzi (bajista de Malas Capas y Mar de Dirac, y estudiante de psicología), hasta acá en silencio entra en la charla: Marco canaliza sus tendencias obsesivas a través de la música. En vez de lavarse las manos 30 veces por día, puede desplegar toda esa obsesión en el arte, y su vida se hace un poco menos obsesiva.
Marco se sorprende. Se ve identificado en lo que dice Diego: ¡Ahí está!, cuando dejé de obsesionarme tanto con mi música, empecé con todas esas cosas, lavar el mate 20 veces, obsesionarme con tener todo controlado, y esas cosas.
Y Diego vuelve, ya mezclando al músico y al estudiante de psicología: En general todo este tipo de música, como la que hace Marco, es música con un altísimo grado de detalle y prolijidad a la vez, y en ese sentido es música para personalidades obsesivas.

 
Viernes, el mismo día pero una semana después. Esta vez mano a mano con Marco en su estudio/salón de clases de música. Un altillo que da a la calle y que esconde muchas anécdotas y vivencias. En la habitación hay un piano, el amplificador y una guitarra. Una computadora, papeles, carpetas, libros, discos y películas. Marco me cuenta que su guarida antiguamente había sido el estudio de fotografía de su padre. Ahora él es el dueño de ese lugar inspirador.

¿Dónde te sentís más cómodo, arriba de un escenario o componiendo?
 
Cuando yo empecé con la música no quería tocar en vivo. Para mí la música era componer y juntarme acá en esta pieza con Sebastián (Ramirez), que era mi compañero musical, y estar acá 6, 7, 8, 10 horas metidos, y una y otra vez el mismo tema. Y los temas de 25 minutos con la misma frecuencia de 2 acordes y dale que va. Eso era para mí el disfrute y así fue que perdí muchos músicos que después de un tiempo me decían: “Si, está todo bien, pero eso de estar tocando todo el tiempo y no tocar en vivo…” Para mí incomprensible en ese momento lo que me decían, hasta que toqué en vivo. Cuando toqué en vivo dije: Puta que lo parió, ¡mira lo que es esto, pero qué lindo! Por eso a mí me sirvió mucho tocar en vivo con los chicos de Claromecó, Arkham7, que en definitiva ese era el objetivo de tocar con ellos, hacerlo en vivo.
Hoy por hoy necesito tocar en vivo porque no lo tengo. Eso es una realidad porque la composición la sigo teniendo. Hoy es como que me gustaría estar componiendo 4 días a la semana y tocando 3 en vivo. O estar como estabámos el otro día con Diego Buzzi que vino a grabar y componer, -porque cada vez que grabás vas arreglando temas y es parte de la composición-, y vino a las 6 de la tarde y se fue a las 12 de la noche y de ahí si hubiésemos tenido que ir a tocar en vivo me muero, ¡es lo que más quiero!

¿Cómo sos como espectador de los recitales de rock?

Hasta el año en que me pasó lo de los oídos (zumbido constante por exceso de volumen), que fue justo a un mes de que tocara La Renga acá, y que yo no pude ir, iba a todos los recitales que me enteraba, de lo que sea: bossa nova, jazz, heavy, trash, rock, punk, bueno, lo que sea, pero más que nada ¿sabés por qué iba? porque yo decía: es una banda de acá, yo soy músico, ellos son músicos, voy, estoy, y después saco conclusiones. Capaz que si me parecía una cagada la próxima vez no iba, pero por lo menos una vez los iba a ver, a conocer. Si me gustaba medio pelo y bueno, iba a volver igual aunque me gustase medio pelo, y si me gustaba mucho iba a ir siempre.

Ya que te fumaste a tantas bandas de acá, ahora viajá un poco en el tiempo y en el espacio para ver un recital y date el gusto. ¿Qué irías a ver?

Te digo mi primer pensamiento cuando me dijiste eso: Zeppelín. Lejos. Y si me pongo a pensar ya empiezo a dudar. Pero no, porque lo primero que se me vino a la cabeza cuando dijiste recital tiempo-espacio fue Led Zeppelin.

Aprovechemos el delirio, ¿qué disco te llevás si te vas a un largo y único viaje sin vuelta?

¿Qué disco me llevo? No, no podría llevarme uno. Hoy por hoy si me tengo que llevar algo me llevo The Mars Volta. Sí, me llevo “Amputechture”, calculo que ese. “Usa tu Ilusión” de Gun’s, qué se yo, fue un disco que me acompañó mucho. El “Disco Negro” de Metallica, alguno de The Doors, ¿cómo voy a dejar a fuera a The Doors? El Flaco, Pescado Rabioso. No, no se si podría. Calculo que si no me dieran opción me llevaría “El lado oscuro de la luna” o “The wall”. O sino me haría un compilado, viste. No se, algo de clásica también, Bach me tendría que llevar, ¿cómo no me voy a llevar Bach? Me vuela el marote Bach. O algo más denso, Wagner. No sé, es muy difícil.

Si te encontrás a un cantante que la rompe y te gusta de verdad, ¿lo meterías a cantar en Mar de Dirac?

No, no. Guitarrista sí, cantante no. Por más que reniegue, por más que sepa que tengo que mejorar, no metería un cantante ni loco.
Una opción que sí he pensado durante todos estos años es la de yo dejar la guitarra, pero estéticamente no me convence, aunque se que mejoraría mucho porque podría hacer algo que me da mucho miedo pero que me gusta mucho que es la parte actoral, la parte interpretativa, la parte de… si estás cantando la muerte te tiras al suelo, estás diciendo que estás llorando y llorás, la canción está eufórica y vos saltás, corrés, bailás…
Me imagino el show y lo veo como una necesidad. Qué bueno no tener esta atadura de la viola, que en un punto es una ayuda y en un punto es una atadura, y que bueno poder bailar, moverme, saltar, tirarme al suelo, levantarme, arrodillarme, ponerme en posición fetal. A mí como espectador me gustaría ver a un chabón que cante y que haga todo eso, me encantaría.
 
Ya que te metiste en el tema del show, ¿cómo es un recital de Mar de Dirac hoy en tu cabeza?
 
Muchísima ambientación. Pongamos un lugar hipotético de los que hay acá, ponele La Casona. Cuando vos entrás, tendría que estar ambientado ya. Poca luz que ilumine el camino para entrar solamente, y ahí generar la sensación de viaje. Entrás. Ahí se acabó la calle, Tres Arroyos, entraste a otro lugar. Cuadros, fotos, me encantaría, con poca iluminación, directo a los cuadros y a las fotos, nada más. Entrás al salón y te encontrás con todos almohadones en el suelo, algo muy cómodo. Algo en donde puedas tirarte, recostarte, sentarte, ponerte en posición de yoga, no sé, lo que más te guste. Poca luz, luz muy pensada, láser, un poquito de humo. Alguien manejando las luces, importantísimo, alguien manejando el sonido, importantísimo. Una pantalla en la que se proyecten imágenes. Una idea también es meter actores entre el público, caminando, y representando corporalmente lo transmitido con la música que se está tocando. Pero no arriba del escenario, sino entre el público. Y la conjunción de todo eso sería fantástico. Es lo que a mí me gustaría.


¡Qué flash hermoso tiene Marco! Con más gente como él en la movida musical local, Tres Arroyos sería un paraíso o directamente no habría música en vivo. Lo saco del vivo, de su sueño de show. Me interesa saber qué hace con su música, con toda esa PC llena de temas terminados y no.

Vos grabás y grabás y grabás…

Sí, tengo 18 mil cosas.

Con tanto material, ¿no te interesa grabar un disco?
 
Sí, me interesa muchísimo. El problema es que ha ido mutando tanto esto… En realidad es mi culpa, acá hago un mea culpa, me fui decepcionando tanto que le aflojé, le aflojé. Yo con el equipo que tengo ya podría tener todo cocinadísimo: podría tener todas las baterías, hasta el último golpe que yo quiero que suene lo podría tener hecho, el bajo, teclados, todo. Tengo los conocimientos, tengo los instrumentos, tengo todo. Pero me dejé estar, viste. Me agarraban épocas y le daba y le daba, y después veía que no tenía bajista que no tenía baterista, o sea que no podíamos tocar en vivo y decía: ¿para qué? A la mayoría de los temas que tengo en grabados le falta la voz, porque grabo y grabo y llega la hora de meterle las voces y… ¿para qué?
Ahora comencé de nuevo, pero me estoy manejando de otra manera, por necesidad, digamos. Por ejemplo, Morgan desgraciadamente yo se que no va a tocar, me encantaría, pero se fue a vivir a La Plata y se que no voy a poder contar con él en el proyecto. A ver, ahora logré armar lo que tanto busqué, una parte (la base – la doble D), pero se fue el guitarrista (Simón), que es mi mano derecha, y Morgan, que es mi otra mano derecha también (los dos se fueron a La Plata) y me quedó la base, que es fundamental también, y yo. Pero al mismo tiempo no tengo la disponibilidad con los Diegos como yo tenía con Simón y Morgan. Yo a ellos les decía: nos juntamos 2 días a la semana de las 7 de la mañana a las 12 de la noche, y nos juntábamos, no había problema. Pero los chicos tocan con Malas Capas, ensayan, están grabando el disco, y bueno, yo me tengo que acomodar a ellos y los tiempos de dedicación al proyecto son otros. Yo se que tienen la mejor intención, y yo ya lo sabía a esto e igual los elegí para que se unan al proyecto. Yo lo sabía, acepto esas reglas, que le voy a hacer, pero también te duele. Decís qué garrón, no puedo ensayar. Bueno, entonces por ahora estoy grabando algo interno para la banda por necesidad. ¿Qué hago? Grabo las ideas y se las mando a Simón a La Plata por email. Al otro día Simón me lo reenvía con sus ideas agregadas, yo lo escucho, esta idea me gusta, esta no, le pongo más cosas, y se lo vuelvo a enviar. Y así estoy trabajando ahora.

Marco me muestra una lista de temas para tocar en vivo, y aún no tiene ni fecha de show ni siquiera de ensayo de la banda completa a la vista. Me cuenta sobre cada tema. Estos están para laburar, me dice. ¿Lo logrará? Espero que sí, una banda como esta le vendría muy bien a Tres Arroyos.

¿De dónde salió el nombre Mar de Dirac?

Lo escuche viendo Evangelion, serie que en su momento me quemó mucho la cabeza. Era la época en la que con Morgan nos quedábamos desde las 9 de la noche a las 6 de la mañana encerrados acá viendo películas, David Lynch, Anime, Alfred Hitchcock, no se, lo más volado que podíamos encontrar, más que nada del palo de David Lynch como "Carretera Perdida" o "Cabeza de Borrador", y en un momento pinto la serie esta. Morgan la consiguió en Bunker, y la empezamos a ver, y nos limamos. Bajamos unos libros de internet para entender toda la mitología, los términos y esas cuestiones, y veíamos 4 o 5 dvds por noche. Cuando vos tenés ese ritmo, tu cabeza no para de pensar en eso. Yo llegué a flashear mal. Llegué a pensar que la realidad no era realidad, que la realidad era eso, y me asusté mucho. Me meto mucho con las cosas, y a veces… patina (risas). Y me acuerdo de estar viendo ese capítulo y cuando aparece Mar de Dirac puse pausa y dije: Wow, Mar de Dirac. Yo justo estaba buscando nombre para la banda porque se mantenía Ánima porque no tocábamos en vivo, pero ya se había ido Seba (Sebastián Ramirez), y Ánima (el antecesor de Mar de Dirac) ya había muerto. Seguía el proyecto pero era otra veta. Ahora voy a poder hacer lo que quiero, voy a poder evolucionar, me dije. Y sonó Mar de Dirac. La mayoría de las letras tienen referencias o nombran al océano, al mar, el sonido del mar, era como algo muy presente.
Como definen a Mar de Dirac en el propio Anime ya me había encantado más allá de que no sea exacto. Después entré a una página de internet de filosofía que tomaban a Mar de Dirac como “un sinfín de pares que aparecen y desaparecen de forma casi instantánea. Encuentro y desencuentro eterno pero finito”. Yo tomaba más esta definición como una metáfora, encuentro y desencuentro de una necesidad mutua pero que la misma necesidad nos autodestruye, de ese vacío que no esta vacío, de esa eternidad ínfima o esa ínfima eternidad. O sea, todo lo que sean polos opuestos, contradicciones, paradojas me generan una aficción muy grande que me llenan mucho. Esa cosa eterna pero al mismo tiempo ínfima microscópica que no existe básicamente, pero ahí está la eternidad digamos, ¿no? Y bueno, todo eso me fue gustando más y más.
Después me metí más en la parte de física cuántica y justo en ese momento estaba leyendo “La historia del tiempo” de Stephen Hawking, que tiene una cabeza grande como Tres Arroyos, que lo nombra y habla sobre eso y que me estaba volando la cabeza ese libro. Eso fue otra cosa que me enfermó. Lo leí dos veces seguidas, termine de leerlo y lo empecé otra vez a leer y justo encontré eso de las teorías de física cuántica y me voló la tapa de los sesos: lo adelantado que están a lo comprobable con la tecnología y en el estado evolutivo que estamos lo adelantado teóricamente es impresionante. Y empecé a leer y a leer y dije: loco, es éste. Ya está. Pasé por muchísimos nombres para el proyecto, pero Mar de Dirac es la metáfora de la música que hago. Es perfecto.
 
Marco sigue, infinito, hablando y soñando. Espero que lo logre. Si pone en práctica todo eso que tiene en su cabeza hará historia. O no, en esta puta ciudad nunca se sabe.

Todas las fotos por Ceferino Pardo